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Opinión – Del cuidado de la escucha para la paz: una espiritualidad que transforma el corazón

Opinión – Del cuidado de la escucha para la paz: una espiritualidad que transforma el corazón

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24/09/2025    
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Introducción: un llamado al corazón

Este breve artículo es extraído de la charla presentada en el encuentro mensual de comunidades de la parroquia de Jesús de la Buena Esperanza de la Diócesis de Pereira, el pasado viernes 12 de septiembre de 2025 en el marco de la 38° Semana nacional por la paz. Se centra en la urgencia de la paz en el contexto actual de Colombia, específicamente en Risaralda, abordando tres niveles: la paz política, la paz de la convivencia en común y la paz del corazón.

Nace del reclamo de una voz para la paz, de una palabra para la paz de parte del pueblo creyente y de buena voluntad, en medio de una actualidad colombiana y global, signada por un ambiente caldeado y susceptible, a la manera de un campo minado; el cual transitamos en medio de opiniones diversas, contradictorias y a veces aparentemente irreconciliables, en variados ámbitos de la vida y de la realidad social.

La propuesta es un camino para la paz en un sentido integral, basado en una “espiritualidad de la escucha”, que se apoya en el método de la doctrina social de la Iglesia del ver, juzgar y actuar. La charla sugiere tres desafíos para la paz: la tierna acogida de la escucha, la salud de la mirada esperanzada e integradora y la higiene del juicio justo y prudente. El objetivo es pasar de la violencia del lenguaje y la confrontación a un compromiso con el bien común, guiado por el educador de la paz por excelencia: Jesús de Nazareth.


La paz del corazón: un camino de la escucha

Partimos citando a San Juan Pablo II: “La paz del corazón es el corazón de la paz”. Esta idea, junto con las exhortaciones del Cardenal de Colombia Luis José Rueda Aparicio sobre una “espiritualidad de la escucha” y del Obispo de Pereira, Monseñor Nelson Jair Cardona, sobre la auténtica fraternidad cristiana, motiva la reflexión.

Se reconoce que vivimos en un “campo minado” de opiniones diversas y confrontaciones, tanto violentas y cruentas como no cruentas pero violentas en el trato y el lenguaje, que pueden generar indiferencia y desesperanza. La charla invita a los católicos a preguntarse cuál es nuestro papel y qué palabra tenemos sobre la paz.

Para ello, se propone el método pastoral del ver, juzgar y actuar, analizando la realidad desde tres niveles de paz:

  • Paz política: Se mencionan estadísticas de violencia en el país y en Risaralda. Según el Instituto Nacional de Medicina Legal, los homicidios han aumentado un 9% respecto al año anterior, ocupando Risaralda el puesto 11 en homicidios y el 19 en lesiones interpersonales a nivel nacional. Se identifican repertorios de violencia de larga duración, como masacres y asesinatos, y otros en aumento, como desapariciones forzadas y violencia sexual. Esta macro violencia tiene un alto grado de letalidad, transforma la vida cotidiana y se entrelaza con una economía subterránea de mercados ilegales.

  • Paz de la convivencia en común: Se presentan indicadores alarmantes de salud mental en toda la región del eje cafetero, destacándose el aumento en los diagnósticos de ansiedad, depresión, estrés y el consumo de sustancias psicoactivas, asociado a la violencia intrafamiliar. Risaralda ha tenido la segunda tasa más alta de intentos de suicidio en el país entre 2019 y 2023. La violencia de pareja es la causa más frecuente de lesiones no fatales en el hogar.

  • Paz del corazón: A pesar de la oscuridad, la charla anima a recordar que “en un campo arrasado vuelve a aparecer la vida” y que el bien siempre tiende a renacer.

Se propone un cuidado de la escucha como una contribución desde la libertad individual para fortalecer la convivencia en común y desactivar los “campos minados” de opiniones y conflictos cotidianos. Esto es un desafío para el pueblo creyente, desde la promoción de una educación para la paz, ya que como se evidencia históricamente, la cultura en muchas ocasiones ha servido de dique de contención frente a las violencias inhumanas.


Tres desafíos para la convivencia en común

A manera de guía práctica se presentan tres pilares para alcanzar una paz auténtica e integral:

  1. La tierna acogida de la escucha: Invita a “auscultar” los sentimientos y opiniones de los demás, como se escucha a un paciente con un estetoscopio. Se recuerda que la fe cristiana está asociada con el oído, pues “la fe nace del mensaje que se escucha”. La acogida es una fortaleza que nos permite asumir y reconciliarnos con nuestra propia historia.

  2. La salud de la mirada esperanzada e integradora: Si escuchamos con el corazón, podemos mirar con esperanza. La esperanza es una luz sobrenatural que sana nuestra visión y nos permite ver la vida de una manera nueva. Jesús nos enseña que la paz no es un fin, sino un principio, lo que la hace estable y efectiva. La paz, para el cristiano, no es el destino final, sino el punto de partida de una construcción en común. Esta mirada esperanzada también debe extenderse al cuidado de nuestra “hermana la creación”.

  3. La higiene del juicio justo y prudente: Se llama a los creyentes y personas de buena voluntad a convertirse en “emisores de juicios prudentes” para desactivar los “campos minados de opiniones” e ideologías. Esta higiene del juicio se basa en la misericordia de Dios, que “guía nuestros pasos por el camino de la paz” y se concreta en propuestas sociopolíticas que den plenitud al evangelio de la vida, la justicia y la paz, mediante la actitud orante que se aleja de un misticismo superficial que no se compromete con la misión social y de una praxis social que permite una espiritualidad que transforma el corazón.


La fuerza de la resurrección

En resumen, el mensaje final es un llamado a la acción. Los creyentes deben cultivar un espacio interior de paz y esperanza para poder transformar la realidad social. Es una invitación a ser personas de fe que oramos y trabajamos por la paz, superando una espiritualidad individualista y asumiendo la misión de “donación de sí mismo en la auténtica vocación a la que se es llamado” para desactivar la violencia en el mundo.

Esta idea nos llena de esperanza: aunque el mundo parezca un campo arrasado, el bien siempre renace. Se concluye con el lema de la 38° Semana por la Paz: “Arropamos la vida con dignidad y esperanza”, como una promesa y un compromiso.

Tenemos el llamado de convertirnos en instrumentos de este dinamismo de la resurrección en la sociedad y en la historia.


Preguntas de reflexión para el momento de solidaridad social en el encuentro de Comunidad

  • ¿Cómo podemos desescalar la violencia del lenguaje o de los juicios que emitimos sobre el acontecer social y cultural?

  • ¿Estamos dispuestos a desafiar la situación generalizada de violencia que estamos viviendo, utilizando la pedagogía de Jesús, en una educación para la paz?

  • ¿Qué queremos para el país, como hijos de Dios, con dignidad?

  • ¿Cómo debo llevar este mensaje, como evangelizado, a la diversidad religiosa, cultural y humana?

 

Por Mauricio Andrés Salazar Ocampo.

http://maurosalazar.com/