La exposición reúne una selección fotográfica, artística y audiovisual del maestro Echavarría: desde árboles testigos de masacres hasta tumbas de NN adoptadas por un pueblo en Antioquia, pasando por escuelas abandonadas, cantos de dolor y dignidad en Bojayá, y pinturas creadas por excombatientes.
“A mí no me interesaba fotografiar un cuerpo descuartizado, mi obra se basa en una mirada oblicua e indirecta, inspirada en el mito griego de Perseo y Medusa: mirar el horror sin petrificarse, para poder entenderlo”, explica el artista, quien desde sus inicios en 1996 tuvo claro que su propuesta no sería mostrar la violencia de forma explícita, sino explorar sus huellas, sus bordes, sus ecos.
Una de las novedades de la exposición son las fotografías de árboles que han sido testigos silenciosos de la guerra, tomadas en territorios golpeados por el conflicto como Antioquia, Chocó, Bolívar y Caquetá. Es la primera vez que el artista las exhibe en conjunto. “Los árboles no hablan, pero sus troncos heridos y sus raíces marcadas guardan y reflejan el eco de la violencia”, afirma.
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Universidad Nacional de Colombia.
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